La suciedad que sientes

No recuerdo bien la edad, tendría unos seis o siete años, o menos. Mis padres trabajaban toda la mañana y a veces, parte de la tarde, por lo que mi madre contrató a una mujer para que limpiará mi casa y se hiciera cargo de mí. La mujer tenía dos hijos: una hija mayor de 16 o 17 años y un hijo más pequeño, alrededor de 14. Siempre que terminaba de comer, a eso de las dos y media de la tarde, la mujer me decía que debíamos ir a su casa porque debía hacerle de comer a sus hijos y yo obedecía. En cuanto sus hijos terminaban de comer, ella se ponía a limpiar y muchas veces iba a poner la lavadora, y era entonces cuando su hijo se aprovechaba de mí. No se cómo comenzó, no sabía decirle que no y cuando le decía que no él me decía, ¿no te gusta? Si no seguimos me enfado. Por esa época, él era como un hermano, o eso pensaba… Se aprovechó de mí, fue un canalla. De una niña… Llegó un momento en el que no sabía cómo parar la situación, por lo que cada día comía lento y hacía todo muy lento y me resistía a ir a su casa, o si tenía que ir, buscaba algún modo de estar con la hermana mayor, ir con el abuelo o hacer otra cosa. Hasta que un día le dije que no quería más. Y el me volvió a decir, ¿pero si a ti te gusta no? Y esta vez le dije que no. Recuerdo que en tercero de primaria vino una mujer para explicar y dijo que si alguna vez nos había pasado, que habláramos. Yo no dije nada, pensé que era todo mentira y que no era exactamente lo que la mujer había explicado, y que no estaba del todo segura si había pasado. Y hasta la edad de 16 años fui consciente que nada de lo que había pasado era un sueño, y me atrevo a decir que no fui la única y que su vecina pasó por el mismo infierno que yo. A partir de los 16 años, comencé a llorar todos los días, hasta que después de un año comprendí que no fue mi culpa y que no debía sentirme sucia. A la edad de 18 años, cuando iba a mantener por primera vez una relación sexual consentida me puse a llorar y le dije que no me tocara. Él se enfado y no logró entender qué me pasaba y yo no fui capaz de explicárselo. Semanas más tarde, harto él de preguntarme que me había pasado, decidí quedar con él y contárselo, pero las palabras no salían. En mi mente ya tenía asimilado lo que me había pasado, pero luego.. .a la hora de la verdad era una cobarde, no era capaz de decirlo, me sentía y me siento sucia muchas veces. Muchas de las cosas que viví en el tiempo en el que ocurrió todo esto, lo borré, pero la sensación sigue y me persigue como un fantasma.

Publicado el 7/09/2015